En busca de la lectura productiva

“La mano que cierra un buen libro nunca será la misma que lo abrió”
Robin Sharma
Me encanta leer. De todo. Desde niño. Ahora bien, llevo tiempo redefiniendo mis hábitos de lectura, especialmente si hablamos de libros de tipo ensayo, es decir, libros que hay que “estudiar” más que leer. Busco la lectura productiva.
Voy a describir a continuación una serie de cosas que hago yo con este tipo de libros. No sé si son buenas o malas. Simplemente las hago y quería compartirlas para ver vuestra opinión y/o experiencia.
01) Antes de comprar un libro.
Suelo elegir mis nuevas víctimas mediante:
a) Recomendaciones de amigos o conocidos que me resultan “fiables”. Con este adjetivo me refiero a personas con las que comparto afición, gustos o maneras de ver la vida o bien personas que son “interesantes” y cuyas recomendaciones me suelen abrir los ojos con bastante frecuencia.
b) Recomendaciones de bloggers a los que sigo. Cumplen todos los requisitos de los anteriores con la única diferencia que mi relación con ellos es a través de la red. Algunos, con el paso del tiempo, han pasado de la categoría virtual a la personal, afortunadamente.
c) Recomendaciones en revistas, webs, etc. Personalmente, más que acudir a las webs o revistas, éstas acuden a mí en la peluquería, tomando un café o a través de algún link que me pilla con la guardia baja, etc.
Venga de donde venga el interés, lo que siempre suelo hacer es revisar los comentarios de los usuarios en las grandes tiendas online de libros (en español o en inglés). Si no hay nada positivo empiezo a “desconfiar” pero, aún así, le doy una oportunidad a Google.
Con todo esto, lo que consigo es comprar libros que quiero leer por algún motivo en especial. No es muy original pero evita compras compulsivas. Especialmente útil a estos efectos resulta usar las “listas de deseos” de estas webs donde podemos dejar libros madurando. No será la primera vez que, tras ese periodo de maduración, no compro un libro porque se ha esfumado el interés que en su día sentí por él.
02) Una vez comprado…
Lo primero que hago es ponerlo en una estantería específica que cumple las funciones de “Bandeja de entrada”. Ahí quedan únicamente los libros por leer. Tengo como treinta libros de media en esa estantería, realmente compro más de lo que leo.
03) Cuando lo voy a leer…
Lo primero que hago cuando decido leer un libro es:
a) Forrarlo. Sí, como en el cole. Lo forro porque se supone que le voy a dar bastante trajín y forrarlo alarga considerablemente la vida de un libro. No lo hago para poder prestarlo en condiciones. Hace ya mucho que decidí que los libros que me interesan no los presto. ¿Por qué? Porque la mayoría no vuelven.
b) Anoto mi nombre, dirección y móvil en la primera página. Acostumbro a leer en cafeterías, etc. y, aunque no soy propenso a olvidos, si pierdo un libro me gusta pensar que algún alma caritativa podría devolvérmelo.
c) Me aseguro de tener una buena cantidad de post-it o adhesivos para marcar páginas.
d) Me aseguro de tener a mano un rotulador fosforito para subrayar el libro a discreción.
Es curioso como ha cambiado mi manera de pensar a este respecto. Antes mantenía los libros impolutos. Esto tenía sentido cuando leer un libro era una tarea lineal y acababa en una primera lectura.
Con el tiempo, me he dado cuenta que leer un libro de esa manera es algo realmente pobre de lo que obtenemos un beneficio muy limitado
04) Primera lectura.
Lo habitual es que vaya leyendo y:
a) Marque en fosforito todo lo que me resulta de interés: ideas principales, citas, listas de puntos, etc. También puedo añadir números en los márgenes o llamadas de atención.
b) Marque una página con un post-it en el lateral como aviso de interés para volver a ella Puede tratarse de una idea a experimentar, un ejercicio o algo que puede resultar el embrión de algo mayor. Si por ejemplo el libro contiene ejercicios o casos prácticos puedes utilizar marcadores del mismo color para ello,
c) Lleve una marca de la última página que he leído. Curiosamente aunque pintorrojeo los libros me da un cierto repelús doblarles las esquinas. Supongo que toda tortura tiene un límite.
Antaño, me limitada a acabar aquí la lectura de un libro y únicamente hacía uso del punto c) para determinar dónde me encontraba leyendo. A este ritmo podía leer unos cuarenta libros, de media, al año.
Por momentos, parecía que estaba inmerso en una competición conmigo mismo por leer y leer. Esto no es ni productivo ni efectivo. El conocimiento que nos queda de un libro si hacemos eso es realmente poco y además tiende a cero tras unos pocos meses.
Evidentemente si el libro nos ha decepcionado podemos acabar aquí e incluso antes. Me duele en el alma no leer un libro una vez empezado pero obcecarse en completar la lectura de todos los libros que empezamos no es productivo. Si algo no funciona, no sigas haciéndolo. Máxime si tienes otros treinta esperando en tu bandeja de entrada.
05) Segunda lectura.
Hay dos tipos de segunda lectura:
a) Cuando ha transcurrido tanto tiempo de la primera que el cuerpo te pide volver a ese libro que tan buenas sensaciones te dejó.
b) Cuando necesitas volver al libro para trabajar sobre lo que explica, profundizar en sus fundamentos y poner en práctica la teoría.
Centrémonos en el caso b) ya que el primero más bien aplicaría a novelas y obras literarias de más enjundia.
Una segunda lectura se verá tremendamente facilitada por los subrayados y por los marcadores en las páginas. Estos elementos te permitirán consolidar los conocimientos de una manera rápida y efectiva.
Es momento de extraer el máximo jugo del libro para ello utilizo dos herramientas:
a) Tomo notas en un cuaderno de los de toda la vida.
b) Hago mapas mentales de la información.
Básicamente utilizo uno u otro método en función de si estoy delante o no del ordenador aunque, al final, una libreta lo soporta todo y siempre puedes escanear tus notas o dibujos al día siguiente.
Toda esta información extraída está encaminada al último y más importante de los pasos:
06) Puesta en práctica o experimentación.
Normalmente pongo en práctica las cosas que me han resultado interesantes y veo si me funcionan o no. Puedo ejercitarlas en el trabajo, en mi vida personal, en el blog o practicarlas en solitario y luego tratar de enseñárselas a algún paciente voluntario forzoso.
Lo que haces es lo que importa. Ni lo que dices ni lo que lees vale nada si no lo pones en práctica.
Ahora sí, puedo ser merecedor de las palabras de Oliver Wendell Holmes cuando decía:
“Una mente que se ha expandido con una nueva idea nunca puede volver a sus dimensiones originales”
¡Ah! Una última cosa. Transcurridos estos pasos es cuando me suelo a atrever a escribir un artículo en el blog en el que se recogen la suma de conocimientos y experiencias del tema que trato de manera más o menos afortunada. Por eso he sembradode fotos originales este artículo que espero hayas disfrutado al leerlo tanto como yo al escribirlo.