Disfruta del ocio sin culpa

Aplazar la vida es la forma más trágica de procrastinación en la que nos podemos involucrar

Neil Fiore

Situación: está trabajando tranquilamente, por ejemplo en escribir este artículo, y te llama un amigo para tomar una cerveza. Accedes, interrumpes tu trabajo pero en la hora que estás con él tu cabeza no para de pensar en lo que has dejado pendiente. Conclusión: ni disfrutas de la compañía de tu amigo, ni haces el trabajo.

La procrastinación multiplica las situaciones del tipo anterior al demorar persistentemente tareas que debemos hacer. Si somos procrastinadores SIEMPRE tendremos algo que deberíamos estar haciendo ya pero que hemos procrastinado “voluntariamente” lo que nos impedirá disfrutar al cien por cien de todas nuestras actividades. La procrastinación es como una losa que llevamos a nuestras espaldas.

Una de las características de las personas verdaderamente productivas es que superan a los procrastinadores en tomarse vacaciones, tener aficiones, en salud y en obtener el máximo resultado de tareas que verdaderamente marcan la diferencia.

Los procrastinadores y los adictos al trabajo, términos aparentemente contradictorios, comparten una serie de características que reafirman que la diferencia entre ambos realmente no es tan grande. Veamos:

– Se siente siempre agobiados por el trabajo incompleto. Nunca creen merecer ningún tipo de descanso.

– Piensan en su vida como algo que pueden diferir. Nunca están lo suficientemente bien preparados para iniciar algo o nunca trabajarán los bastante y conseguirán los suficientes resultados para permitirse disfrutar de la vida.

– Ambos utilizan el discurso negativo (los tengoques y deberías, entre otros) y las amenazas interiores para “motivarse”. Los adictos al trabajo responden a esta motivación estando permanentemente ocupados y los procrastinadores quedan paralizados por la angustia que les produce este sentimiento.

– Ambos mantienen actitudes negativas hacia el trabajo. Lo ven como un “mal necesario” que exige sacrificio y privación.

Por el contrario, le gente verdaderamente productiva es muy consciente de la importancia de disponer de su ocio y de disfrutarlo sin sentimiento de culpa. Es el “ocio sin culpa”.

¿Cómo se consigue el ocio sin culpa?

El ocio sin culpa se consigue primero, estando convencido de la necesidad de ese ocio, y segundo, estableciendo un firme compromiso con el mismo. Si utilizas un sistema GTD de productividad esto se traduce en una máxima: planifica tu tiempo de ocio como una tarea más.

Sobre las bondades del ocio hay bastante escrito e investigado.

A nivel “micro” necesitamos de pequeños descansos (5 min.) cada 20-25 minutos de trabajo. Estos descansos se harán más grandes (pasaremos de 5 a 10 minutos por ejemplo) según se van acumulando los periodos de trabajo (a las 2h por ejemplo doblamos el tiempo de descanso y volvemos a iniciar el ciclo completo).

A nivel “macro” necesitamos tener una vida que vaya más allá de nuestro trabajo. Esto comprende familia, amigos, aficiones, etc. Me gusta el término “tiempo de esparcimiento” porque a veces necesitamos simplemente eso, esparcirnos, desparramarnos. Una válvula de escape es algo fundamental para renovar nuestra energía y nuestra creatividad.

En la situación inicial planteada del amigo que te llama para tomar una cerveza tienes varias opciones:

a) Decirle que ahora no puedes pero sí dentro de media hora que necesitas para terminar lo que estás haciendo.

b) Quedar con el/ellos todos los lunes de 8 a 9 en vuestro bar favorito.

c) Ir sin más.

Si eliges la opción c) y experimentas la sensación que describo de no disfrutar, realmente deberías hacer algo para que no se vuelva a producir. Habla con él y coméntale que la próxima vez te llame con antelación o, antes de ir, encuentra un hueco en tu agenda para el trabajo que estás dejando de hacer.

Al fin y al cabo, estamos hablando de algo anecdótico pero la situación puede no serlo tanto cuando lo que está en la balanza es una salida con tu pareja, un paseo con tus hijos o hacer algo de ejercicio.

Aplazar ciertas cosas puede conllevar la no realización de las mismas para siempre. “Tempus fugit” que decían los clásicos. El arrepentimiento no es un buen compañero de viaje y hay que tratar de que se produzca a toda costa porque luego ya no tiene remedio.

Como ya sabes, los sistemas de productividad son necesarios para hacer más cosas de las que haces.  Es cierto pero con matices. La frase que me gusta sería “los sistemas de productividad son necesarios para hacer cosas diferentes de las que haces ahora”. Un sistema de productividad te proporciona tiempo para pensar, entre otras cosas, en cuáles son las tareas importantes para ti. Si las actividades de ocio lo son (y deberían) inclúyelas en tu sistema.

Puede que suene artificial pero, al fin y al cabo, es preferible la artificialidad a la no realización.

Recuerda que ciertas cosas de las que no obtenemos un resultado material o tangible son tan o más necesarias que las otras.

Cuando confíes plenamente en tu sistema de productividad y en ti mismo ya tendrás un cierto margen para la improvisación. El objetivo es disfrutar tanto de tu trabajo como de tu vida personal así que ¡a por ello!