Estrategia vs táctica

Hace poco el amigo Jerónimo Sanchez “El gachupas” publicaba una excelente entrada en su página hablando a modo comparativo del alpinismo y la productividad (puedes leerla haciendo clic aquí).

Servidor siempre ha sido más sedentario. Durante quince años jugué al ajedrez a nivel competitivo y hoy quería hablaros de dos conceptos que aplican también en el ajedrez y la productividad: estrategia y táctica.

En el mundo del ajedrez la táctica se compone de “herramientas” como el jaque a la descubierta, la clavada, la doble amenaza o, si ampliamos un poco el abanico, las celadas en la fase de apertura o las combinaciones de ataque. Grandes campeones del mundo como Alexander Alekhine, Mijail Tahl o Robert “Bobby” Fisher son claros exponentes de un brillante juego táctico. Sus partidas más brillantes permanecerán en el recuerdo de los aficionados para siempre.

No obstante, cualquier campeón del mundo debe poseer un claro dominio estratégico y un buen juego posicional. La belleza del ajedrez se multiplica cuando una combinación o un sacrificio se hacen para obtener una ventaja estratégica a largo plazo. El maestro intuye que la debilidad que ha creado le dará la victoria pero no siempre le es posible calcular las variantes exactas que terminan en victoria.

Los respectivos antagonistas en los matches por el campeonato del mundo de los citados jugadores fueron Jose Raúl Capablanca, Mijail Botvinnik y Boris Spassky (todos ellos también campeones del mundo). Todos ellos brillaban sobremanera en el juego posicional y se les consideraba casi máquinas infalibles o apisonadoras con un margen de error muy próximo a cero y un tesón y una técnica inconmensurables.

El mensaje es claro en lo que al ajedrez se refiere: si queremos ser un buen jugador debemos dominar por igual estrategia y táctica.

¿Qué ocurre en el mundo de la productividad?

En GTD nos iniciamos en el mundo de la táctica. Anotar todas nuestras ideas en un mismo sitio o la regla de los dos minutos son herramientas tácticas que con su sola aplicación nos van a dar una ventaja inmediata respecto a nuestros “rivales”. En cuanto empecemos a aplicarlas vamos a notar una mejoría en nuestro “juego”. Es como si pasásemos de amateurs a jugadores de club que han leído un par de libros y dominan algunos conceptos básicos.

No obstante, lo anterior no es suficiente. En productividad (y en ajedrez) debemos supeditar nuestras artes tácticas a la consecución de un bien mayor. Debemos establecer nuestros horizontes estratégicos y alinear las herramientas con las metas.

En el articulo “El modelo de seis niveles de David Allen para revisar nuestro propio trabajo” hablamos de la propuesta original de David Allen a nivel estratégico. El amigo David en su último libro “Haz que funcione” ha profundizado aún más en este modelo. En cierto modo, este libro viene a cubrir una carencia del libro original (“Getting things done”, en español “Organízate con eficacia”). Al que no tenga ninguno de los dos le aconsejo que compre únicamente “Haz que funcione”.

La técnica (las cinco fases del GTD) y sus herramientas tácticas (punto único de recogida, elegir la acción siguiente, la regla de los dos minutos e incluso las revisiones periódicas) son relativamente fáciles de dominar.

Establecer la estrategia personal que dote de un sentido elevado a lo que hacemos y alinear todos los elementos es ya para “profesionales” de la productividad.

Personalmente me encuentro en este momento, tratando de establecer mis horizontes y tratando de conseguir una técnica que me permita hacerlo de la mejor manera posible.

Y digo que para esto es necesaria una técnica ya que considero que nuestra visión estratégica debe ser variable y estar sometida a revisiones periódicas de igual manera que lo hacemos con el contenido de nuestro sistema GTD.

La estrategia de los grandes campeones de ajedrez es, ha sido y será flexible. En su caso adaptan la estrategia al rival. Si un rival se muestra a disgusto en posiciones movidas y puede cometer fallos tácticos elegirán la variante de apertura más agresiva que conozcan y complicarán la partida todo lo posible. Si, por el contrario, el rival tiene carencias técnicas tratarán de simplificar (cambiar piezas por otras de igual valor) la posición para llegar a un final donde pueden imponer su técnica o aprovecharse de los errores del rival.

En nuestro caso hemos de estar observantes y detectar si han cambiado nuestra misión, nuestra visión o nuestros objetivos. A más bajo nivel es posible que se den circunstancias personales como una enfermedad familiar, un puesto de trabajo nuevo para nosotros o para nuestra pareja, etc que alteren nuestras metas o nuestra perspectiva y debamos readaptar nuestros horizontes en algún determinado nivel.

En definitiva y como nos decían de pequeños cuando jugábamos al futbol; ¡levanta la cabeza antes de centrar!

A veces parece que vamos con orejeras por la vida.