A los demás les importa una mierda tu productividad

No te preocupes por lo que la gente piensa de ti.

Ellos no piensan en ti para nada.

Sólo piensan en ellos…justo como tú ahora mismo.”

 Son las 8 de la mañana. Te sientas religiosamente frente a tu ordenador y piensas en por qué debes redactar esta oferta que te ha pedido tu jefe para ayer. Sin duda es importante ya que se trata de una de las competencias clave en tu puesto de trabajo y, de consumarse la firma, estarás generando trabajo para tu empresa lo que, en última instancia, significa trabajo para ti.

Te pones los cascos y, después de 4 horas, con sus minipausas (Pomodoro rules), acabas orgulloso tu oferta y se la envías a tu jefe. Abres tu cliente de correo y 50 mensajes inundan a borbotones lo poco que queda de tu enfoque para el día de hoy.

Dos meses después, tu oferta no ha sido entregada al cliente. Resulta que la prisa de tu jefe era porque esa semana tenía una reunión para cuadrar los presupuestos. Una vez pasada la reunión, la oferta ha quedado dormida en su cajón “ad eternum”. Además, el cliente, cuya necesidad era perentoria, resulta que sufrió una reducción presupuestaria y su interés ha desaparecido a la par que su dinero. Son malos tiempos, ya tu sabes, mi amol.

Son las 10 de la noche. El día ha sido duro pero tienes que entregar el artículo para la revista. Es tu gran oportunidad. Estas ilusionado. Saludas a tu familia brevemente, haces café y tras 3 horas envías las 1.000 palabras a tu editor. No es tu mejor trabajo pero te sientes satisfecho.

A pesar de que lo has enviado con varios días de antelación, pasa la fecha tope y no tienes ningún feedback. Nervioso, escribes varios correos a tu editor que, de repente, parece haberse ido de viaje a la isla de Lost.

Tras mucho dudar, y cinco días más de espera, decides llamar por teléfono. El editor te agradece el esfuerzo (algo es algo) pero te comenta que el director está replanteándose la línea editorial. Se siente confiado por ser el editor que más propuestas ha presentado. Objetivo cumplido.

¿Objetivo cumplido?

Para tu jefe y el editor si pero, ¿para ti?

Cuando trabajas para alguien (o simplemente “con” alguien) has de tener en cuenta dos cosas fundamentales:

  • que tú seas productivo no quiere decir que todo el mundo lo sea.
  • que tus objetivos no tienen por qué coincidir con los objetivos de los demás.

Si hablamos de empresas, mi experiencia es que la mayoría de ellas son altamente ineficaces. Cuando digo altamente, significa brutalmente tendiendo al infinito. Es un factor proporcional al tamaño de las mismas (y al grado de cercanía con la administración pública, añadiría, con perdón).

Si hablamos de personas, mi experiencia es que cada uno somos de una madre y de un padre. Y hay unos cuantos de padre desconocido…,ejem,… que te harán la vida imposible.

Cuando hablamos de productividad personal es fundamental hacer hincapié en el adjetivo “personal” si quieres mantener la cordura y evitar la frustración.

Pensar de otra manera te hará caer en la improductividad. Tirar la toalla. Kaput.

Hay una cita preciosa de Martin Luther King que dice:

Si un hombre fuese llamado a ser barrendero, debería barrer las calles como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien que todos los ejércitos del cielo y la tierra pudieran detenerse y decir: aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo

Sé el mejor en lo tuyo y olvídate de lo demás. Preocúpate de lo que está en tu mano y deja de perder el tiempo con lo que no depende de ti.

En un mundo perfecto, tus objetivos estarán alineados con los de tu jefe y los de ambos con los de la empresa. Esto, harto infrecuente, es la mejor manera de motivar a un trabajador.

Como tú, yo, y muchos otros, no vamos a estar en esta situación, debes centrar tu foco en superarte a ti mismo, día a día.

A veces pienso que la única manera de sentirse libre, laboralmente hablando, es trabajar sólo. No obstante, cuando hablo con amigos autónomos (tremendamente productivos) o realizo trabajos más independientes, al margen de mi empleo, me voy cuenta de que lo anterior es sólo una ilusión y que trabajar sólo es poco menos que imposible.

¿Cómo mejoro a los demás?

Aparte de lo subjetivo del término mejorar, los demás sólo van a mejorar si quieren hacerlo. Punto y final.

No sé si habéis oído hablar de los conceptos de círculo de preocupación y círculo de influencia. Imaginaos dos círculos concéntricos: el interior es nuestro círculo de influencia (las cosas sobre las que podemos hacer algo) y el exterior es nuestro círculo de preocupación (las cosas que nos preocupan).

Cuanta más distancia haya entre ambos círculos, mayor será nuestro estrés. Sólo hay dos caminos: ampliar nuestro círculo de influencia  o reducir nuestro círculo de preocupación.

La entrada de hoy va de reducir el círculo de preocupación.

Si lo queremos es aumentar nuestro círculo de influencia, el único camino que conozco y me ha funcionado es “predicar con el ejemplo”. De poco valen las jerarquías, las órdenes, la formación…¡Sólo sirve la acción!

Todo lo anterior me lleva a confirmar el mensaje base: céntrate en lo tuyo y sé más y más productivo…personalmente.

No esperes cambiar tu organización, ni mucho menos el mundo, con la productividad personal. Céntrate en cambiarte a ti mismo.

De cualquier manera, si eres tan obstinado como yo (más es difícil), y quieres intentarlo, hazlo como decía la madre Teresa de Calcuta:

Si cada uno de nosotros barriera la puerta de su casa, este mundo sería un lugar limpio

Imagen | Burla