Mejora tu productividad mediante el autoenfoque

“Ser capaz de tomar distancia, analizar su vida, tomar decisiones precisas y actuar conforme a esas decisiones es lo que caracteriza a los hombres y mujeres eficaces que conozco”
Brian Tracy
Cuenta Brian Tracy en su libro “Máxima eficacia” el curioso experimento de las trabajadoras de la central eléctrica Hawthorne de General Electric (1928). En mis propias palabras, lo que ocurrió fue lo siguiente:
Un grupo de investigadores quisieron experimentar sobre la relación entre condiciones de trabajo y productividad. Para ello, seleccionaron a un grupo de mujeres de una línea de producción de ensamblaje de motores. Hasta ahí todo bien.
Explicaron a las mujeres lo importante que era su colaboración para el éxito del experimento y comenzaron con el mismo. Lo primero que hicieron fue aumentar la cantidad de luz en la línea de producción. Observando y midiendo los resultados, los investigadores constataron que esta variación en la cantidad de luz, tuvo como consecuencia un aumento de la productividad en la cadena de ensamblaje.
A continuación prosiguieron con el experimento pero esta vez redujeron los niveles de luz. Curiosamente, y de manera totalmente inesperada, la observación de los efectos de la reducción de luz sobre la productividad del grupo de mujeres, certificó un nuevo aumento. Esto desconcertó un poco a los investigadores.
Ni cortos ni perezosos fueron introduciendo otro tipo de variaciones: más ruido, menos ruido, variaciones de la temperatura, modificaciones en la disposición física de las empleadas, etc. Todas y cada una de ellas, fueran presumiblemente positivas o negativas, tuvieron como consecuencia aumentos de la productividad.
¿Qué estaba ocurriendo allí?
Sin una teoría o explicación convincente, los investigadores reunieron al grupo de mujeres y hablaron con ellas para ver si conseguían una teoría que explicase aquello.
Una de las mujeres dio la clave. Simplemente les dijo: “Verán es que nunca nos habían escogido para nada y, cada cambio nos recordaba que habíamos sido elegidas y por eso nos esforzábamos, cada vez que nos miraban, en hacerlo mejor”.
Y de esta manera tan sencilla se descubrió que los factores psicológicos influyen en la producción. En el caso del grupo de mujeres, su autoestima y el respeto hacía sí mismas habían aumentado al ser sujetos del experimento y eso derivó en que hicieron el trabajo mejor que nunca.
Pues bien, cuando hablamos de productividad personal podemos afirmar también que cada acto de observación de nuestra propia conducta (auto-observación) tiende a cambiar para mejor esta conducta (la nuestra). Es una parte importante de lo que se ha venido en llamar “estar presente”, “enfoque”, “fluir” o “estar en la zona”.
Si te observas cuando te entregas a una actividad cualquiera, prestarás más atención a esa actividad y la harás mejor.
¿Cómo me observó a mi mismo? Autoenfoque
Es un hábito bastante sencillo de desarrollar porque tiene un muy fácil anclaje, es decir, el punto en el que arraigar este nuevo hábito está muy claramente identificado en nuestro sistema GTD: siempre que vayas a realizar una próxima acción pregúntate previamente:
¿Para qué voy a hacer esto?
¿Cómo contribuye esta acción a alcanzar mis objetivos?
¿Completa algún proyecto?
¿Qué área de responsabilidad afianza?
¿Está alineada con mis metas?
Si eres capaz de auto-observarte de esta manera antes de emprender una acción, eso te ayudará a “estar más presente”. Si conviertes en hábito estas preguntas (o las equivalentes que mejor encajen con tu personalidad) conseguirás que se dispare un automatismo productivo: el enfoque.
Recuerda que tus hábitos determinan casi todo lo que haces. Tu trabajo, desde el punto de vista de la productividad personal, consiste en formar buenos hábitos y dejar que sean ellos los que te guíen (también debes trabajar a conciencia para eliminar los malos hábitos y liberarte de sus negativas consecuencias pero este es otro tema).
Ser consciente de que alguien te observa, aunque seas tú mismo, va a mejorar tus resultados y tu manera de hacer las cosas. Vas a trabajar más concentrado y vas a dotar de un sentido “superior” a tus acciones del que hasta ahora carecían.
Todo esto tiene también que ver con algo que se ha llamado auto-realización. Este concepto viene asociado con otro más etéreo: la felicidad.
No obstante no quiero pasarme de frenada ya que, con lo dicho hasta ahora, estoy seguro de que muchos escépticos estarán pasándolo mal hoy por considerar esto productividad personal (ellos lo llamarán despectivamente “autoayuda”).
Sólo te diré que el experimento de Hawthorne fue el disparadero para estudios y teorías sobre motivación como las de Maslow, las teorías X e Y de Douglas McGregor o la visión más actual de Peter Drucker.
De cualquier modo, lo que te propongo es fácil de probar y bien barato. Como todo, pruébalo y si no te funciona, pues a otra cosa.