¿Qué significa ser asertivo ?

No hay magia comparable a la que encienden en nuestras vidas unas relaciones de calidad

Eva Bach y Anna Forés

Estos días de vacaciones he estado descansando y he aprovechado para leer algún que otro libro, menos relacionado con la productividad y más centrado en el área de la comunicación y las relaciones humanas. Uno  de ellos ha sido “La asertividad para gente extraordinaria” de Eva Bach y Anna Forés, un libro de fácil lectura del que he sacado algunas notas o subrayados que quería compartir.

Creo que “asertividad” junto con “procrastinación” y quizás “resiliencia” pueden conformar la trilogía de palabras que hemos leído en ocasiones pero que no sabemos exactamente qué significan (al menos a mi me ocurría).

Veamos dos de las muchas definiciones académicas que se han ido dando a lo largo de la historia por ilustres psicólogos:

  • Lazarus (1971) define asertividad como “defender los derechos personales y expresar los pensamientos, emociones y creencias de manera directa, honesta y apropiada, sin violar los derechos de otras personas”.
  • Güell (2005) define asertividad como “la expresión de los propios intereses, creencias, opiniones y deseos de manera honrada, tranquila, sin sentimiento de culpa y sin perjudicar ni agredir los deseos, intereses o derechos de los otros”.

La definición de las autoras sería “la capacidad de expresar abiertamente y de un modo oportuno todo aquello que es de vital importancia para conocernos, acercarnos y entendernos mejor unos a otros”.

Si os dais cuenta en las tres definiciones se repite “expresar” y es que el ser o no asertivo es una característica de la comunicación.

El concepto de asertividad se relaciona con términos como “habilidades sociales” o “libertad emocional”, términos que surgen a mediados del siglo XX del campo de la psicología social y se popularizan en la décadas de los 90 (recodad la “Inteligencia emocional” de Daniel Goleman y todo lo que vendría después).

¿Qué importancia tiene la asertividad?

Me temo que mucha aunque, como todo, su importancia es relativa. No es lo mismo ser asertivo con la señora que se te cuela en la cola del supermercado, que serlo con tu pareja cuando le transmites que necesitas más espacio o con tu jefe cuando le quieres decir que su decisión en la reunión de ayer fue injusta y te resultó hiriente.

Sea como fuere, todo lo relacionado con la inteligencia interpersonal (o social) se considera en la actualidad competencia básica, máxime si hablamos de puestos de mandos intermedios y superiores.

La asertividad contribuye a la mejora del rendimiento de los equipos y es un rasgo altamente apreciado desde una perspectiva de gestión y productividad. Trata de la comunicación efectiva (y afectiva) y se relaciona con valores como: la empatía, la honestidad, la libertad, la responsabilidad, el respeto, etc.

Por otro lado, la asertividad implica generosidad y es inconcebible sin ponernos en el lugar del otro (empatía) y desarrollar una consideración hacia él (respeto). Estamos muy habituados a intercambiar información, pero no nos preocupan demasiado las repercusiones emocionales de nuestra “comunicación” (entendida de esta manera limitante y limitada).

Es interesante ver que el psicólogo Richard S. Lazarus concreta la conducta asertiva en cuatro habilidades sociales. Estas serían:

  • La capacidad de decir que no.
  • La capacidad de pedir favores y hacer peticiones.
  • La capacidad de expresar sentimientos (afecto y empatía).
  • La capacidad de mantener conversaciones completas.

La asertividad, por otro lado, conlleva dos elementos fundamentales:

  • El respeto por uno mismo.
  • El respeto por los otros.

Apuntando a lo más alto, podríamos decir que la asertividad es un peldaño más que hay que subir en la escalera con destino a la felicidad. Sin querer ser cursi, lo cierto es que muchas de las personas “felices” tienen en común una excelente red de relaciones estables con otras personas y esto, sin duda, se verá facilitado si somos personas asertivas.

Dicen que el hombre es un ser social y, por lo tanto, las relaciones que establece son la base de su sensación de plenitud y felicidad. Desde ese punto de vista, un bonito nombre alternativo para la asertividad podría ser“el arte de la exquisitez interpersonal”.

Para ir terminando, la definición que más me ha gustado ha sido: “la asertividad es tener la humildad y el coraje de SER y, al mismo tiempo, DEJAR SER”.

Conseguir manejar adecuadamente nuestra asertividad no es fácil y podríamos decir que es un aprendizaje continuo. No es suficiente con saber cómo comportarse sino que también influyen el cuándo y el con quién.

También es necesario tomarnos nuestros momentos de no asertividad. La asertividad puede ser contraproducente cuando la usamos para poner en evidencia las limitaciones de otras personas. Por muy respetuosos y empáticos que seamos, esto no nos obliga a estar continuamente corrigiendo conductas inapropiadas o “poniendo a la gente en su lugar”.

La asertividad, en cierto modo, establece un balance entre el estilo agresivo centrado en el “yo” que olvida el “tú” y el estilo pasivo centrado en el “tú” que relega casi por completo el “yo”. El estilo asertivo se caracteriza por la ecuación:

YO + TU = NOSOTROS

Es el mismo concepto del WIN WIN cuando hablamos de una negociación, de hecho, un buen negociador será, por fuerza, una persona altamente asertiva.

En definitiva, la asertividad es una habilidad esencial para nuestra mejora personal. Se relaciona con la empatía y la escucha activa otras dos habilidades imprescindibles desde mi punto de vista.

Hablaremos en futuras entregas de cómo mejorar todas ellas puesto que constituyen un “puente de plata” que va de la productividad personal al liderazgo y a la excelencia.

En lo personal, son habilidades que necesito mejorar ¡y mucho! Mientras ando en ello, os dejo con una última cita sobre la asertividad:

 

El reto esencial al que colectivamente nos enfrentamos en este siglo consiste en ampliar el circulo del “nosotros” y disminuir simultáneamente el del “ellos

Daniel Goleman