Teléfono inteligente no es sinónimo de inteligente con teléfono

El ordenador nació para resolver problemas que antes no existían

Bill Gates

Últimamente me desperezo en mi empresa con el canto del gallo, literalmente. El problema viene cuando el canto del gallo dura toda la jornada laboral y le acompañan esos alegres pajarillos que te destrozan los nervios. No es un vergel, son los malditos avisadores de mensajes whatsapp.

Creo que empieza a ser necesario un poco de e-ducación. El otro día leía en “Sencillo es mejor”, el blog de Irene, la entrada “Me voy a casa, mi móvil no tiene batería”…

¿Hasta aquí hemos llegado?

Hiperconectividad viene a ser la situación actual que vivimos en la que, vayamos dónde vayamos, siempre estamos conectados. La proliferación de WIFIs y smartphones, la reducción en los precios de las tarifas de datos y el boom de los Social Media (Facebook, y Twitter en menor medida) nos han dado el empujón definitivo a esta nueva realidad.

Realidad…¿buena o mala?

La pregunta, en sí, es una bobada; la realidad es la que es.  Lo que no es tan objetivo es la apreciación que tenemos de la realidad, es decir, nuestra percepción de la misma. Y en este caso, he de decir que la mía se mueve entre el pesimismo y el tirar la toalla.

Ya puse a parir el whatsapp en la entrada «Esclavos del whatsapp» y, a juzgar por el meneo en las redes sociales (cierta ironía hay en el asunto), creo que no soy el único que “padece” a los usuarios de la aplicacioncita de marras. Hemos llegado a extremos verdaderamente absurdos, la vida parece una peli de los Monty Python. Si no, ya me diréis como hace uno esto el día de su boda:


Así, a priori, puede hacernos gracia pero, pensándolo un poco más, no nos puede sorprender que esta pareja sea una de los 28 millones que, según los científicos de la revista CyberPsicology and Behaviour Journal,  se han roto por conflictos relacionados con la hiperconectividad.

Seguro que estos datos tienen la misma fiabilidad que los del aumento moderado de salarios españoles del infame ministro Montoro pero, tras la paja (mental, la de Montoro), está la viga en el ojo propio. Poner la tecnología por encima de las personas nos va a llevar a una sociedad hiperzombificada más que hiperconectada. Los políticos, entre otros, lo saben y lo aprovechan. A más de uno habría que soltarle eso de:

Una mentira mil veces retwiteada, no se convierte en verdad

Pero volvamos al whatsapp y los problemas de pareja. La aplicacioncita, aparte de ser un ladrón de tiempo de primer nivel, funciona como funciona y eso ha derivado en el llamado “síndrome del doble check”. Este se produce cuando crees más al doble check de whatsapp (la marca que indica que un mensaje ha sido enviado y leído) que a tu pareja. O a la hora de última conexión. Para colmo, ambas cosas fallan más que una escopeta de feria.

Os dejo un excelente corto que lo cuenta mucho mejor que yo:


Ya no es un problema de productividad. Ha pasado a ser un problema de comunicación (en realidad, de incomunicación).

No es un ejemplo único. Hay casos más demenciales (que rayan la ilegalidad más absoluta) como puede ser instalar Cerberus, una app para dispositivos android, en el Smartphone de tu pareja y hacerle un seguimiento GPS para saber dónde está en cada momento. Palabrita del niño Jesús que es una historia real.

Con todos estos antecedentes,  el Ayuntamiento de Getxo, en su oferta de juventud,  ha sacado  un curso para ampliar amistades sin depender de las redes sociales. No han faltado los ataques de los iluminados, Community Managers y estómagos agradecidos que han puesto a parir la iniciativa. Tranquilos que es una alternativa, no la realidad única en la que algunos nos quieren hacer vivir.

En fin, hace ya tiempo que todo esto me plantea muchos interrogantes. Hace ya año y medio que escribí “¿Existen los valores 2.0?” y lo cierto es que mis dudas, no sólo no disminuyen sino que aumentan. Y todo esto lo dice un enamorado de Internet en general y de la 2.0. en particular. Pero coño, que mal usamos las herramientas que tenemos a nuestra disposición.

Cierro ya con un inevitable resabor amargo. Debo estar haciéndome viejo o, directamente, ser yo el gilipollas. Esto de “marcar la diferencia” me está llevando a ser un asocial, un perro verde que, más de una vez, se ha sentido como la chica del tercer y último video que quiero compartir hoy:


y es que, quizás, y parafraseando la cita de Bill Gates con la que abro la entrada, los smartphones han nacido para resolver problemas que antes no existían…