4 motivos por los que no consigues tus metas

Las metas no son fáciles de conseguir. Si fuesen fáciles, serían tareas

Michael Linenberger

Es bastante frustrante escribir un blog sobre productividad personal y no ser capaz de conseguir algunas de mis propias metas anuales. Pues bien, señores, ese es mi caso. Se aproxima ya el “fin de plazo” y a estas alturas puedo decir que no conseguiré unas cuantas de las metas que me propuse hace más de un año.

Curiosamente, he conseguido todas las metas que tienen que ver con el control: leer x libros, hacer x cursos, escribir x entradas y he fracasado en aquellas que tienen que ver con dejar atrás un hábito fuertemente arraigado (fumar) o adquirir otros (hacer deporte de manera constante).

Esto indica que con mi sistema de productividad personal, tal y como lo tengo implementado,  estoy encerrado en un círculo que puedo agrandar pero no puedo romper.

Hay quien dice que tratar de eliminar tus debilidades es un error y una pérdida de tiempo y qué es mucho mejor potenciar tus fortalezas a la par que intentamos que nuestras debilidades hagan de las suyas. Pero creo que no aplica a esto porque no es el mismo tema…

Antes de empezar a hablar sobre qué se podría hacer, voy a repasar 4 motivos que Michael Linenberger da en su libro “Master your worday now! Sobre por qué no conseguimos nuestras metas:

1) Nos venden la moto de que conseguir nuestras metas es simplemente anotarlas y perseguirlas.

Pues no, señores. Con el rollo de que “solo el 3% de las personas ponen por escrito sus metas” nos convencen de que, si hacemos el ejercicio de anotarlas, las conseguiremos. Seamos claros,  anotarlas no es más que un primer paso de un largo camino.

Esto sólo sirve para las metas que son resultado directo de un conjunto de tareas; esto es más bien un proyecto, no una meta.

Este es el tipo de “autoayuda” que no ayuda a nadie.

2) Muchas metas nos las ponen otros.

Y esto es y será así, amiguito. Esto es el mundo real.

Sobre todo en el trabajo pero también en tu vida personal (piensa en tu mujer, en tus padres, hijos, hermanos, etc.). El mayor problema con una meta que nos pone un tercero es que no sintamos que es nuestra. Una meta requiere que se dispare la pasión y para su consecución necesitaremos una constante motivación.

Muchos jefes son incapaces de motivar, no ya porque no tengan esa capacidad sino porque simplemente no comunican, por pura desidia, lo que se pretende, a nivel más amplio, con la meta que nos ponen. El simple hecho de conocer la foto global de lo que la empresa persigue o, en el ámbito personal, de conocer los motivos de la otra persona, nos haría empatizar, subirnos al carro y aumentaría el porcentaje de éxito en la consecución de estas metas impuestas.

3) Muchas metas esconden miedos u obligaciones.

Si crees que “debería perder peso” porque los demás te miran mal, posiblemente tienes más un problema psicológico o de personalidad que de productividad personal.

Por otro lado, no es lo mismo enunciar una meta como “voy a perder 10 kilos” que “estoy alcanzando mi peso ideal”. La primera es negativa, y la segunda es positiva, motiva y refuerza la consecución.

Conocer los motivos es básico para conseguir una meta y la positividad impulsa, la negatividad frena.

Ni hablemos ya de las metas de tipo “si no vendes x mil este mes, perderás un % de tu salario”. Las penalizaciones son un desastre como metas (y no son precisamente raras en el mundo profesional). Muchas veces, se fijan para cubrirse de ciertos incumplimientos pero denotan una falta de confianza total en la capacidad del otro para conseguir la meta inicial.

4) El control no es suficiente para conseguir una meta.

Supongamos que una meta está enunciada en positivo. Lo que habitualmente hacemos es desglosarla en unos puntos de control (hitos) y asignar unas métricas para ver su consecución parcial y total.

Así, sin más, no es suficiente (al menos para todas las metas) porque, si no, todas las metas serían conseguidas o al menos conseguibles. Esto es, como decía al principio,  más una gestión de proyectos que otra cosa. No es lo mismo resultado que meta.

Algo que motiva en la consecución de metas profesionales son los incentivos. Aportan motivación a la consecución de un resultado. Incluso aunque los incentivos no tengan que ver con la meta en sí. Si la gente quiere tiempo, premia con días libre o flexibilidad por la consecución de una determinada meta.

Pero ojo, si con el tiempo, unos incentivos (especialmente los monetarios) se dan por fijos a nivel de cultura corporativa, la pérdida de los mismo se va a ver como una meta negativa basada en el miedo de las que acabamos de describir en el punto 3 (metas de tipo “si no vendes x mil este mes, perderás un % de tu salario”).

Por otro lado, a determinadas metas no es fácil aplicarles incentivos o no está en nuestra mano el otorgarlos.

A pesar de todo lo anterior, hay algo que no encaja. Por ejemplo, perder peso es una meta clara. Además de conocer los beneficios, sabemos cómo hacerlo, hoy en día la información no es un problema. Lo mismo se podría decir de dejar de fumar, aprender un idioma, etc.

Entonces, ¿por qué tanta y tanta gente fracasa en la consecución de metas aparentemente tan sencillas como éstas? Y hablo de gente con una capacidad de control (me refiero a control vs perspectiva) considerable.

Michael Linenberger dice que es porque no añadimos un ingrediente esencial en toda meta: la visión.

La próxima semana veremos qué es la visión en MYN y cómo integrarla en nuestras metas.

Imagen | Goals