Piensa en resultados


La mente es su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo de los infiernos o un infierno de los cielos

John Milton

Nuestra manera de pensar determina en buena medida nuestra conducta. Existe una relación directa entre pensamientos y acciones. Cuando las acciones se dan sin ningún pensamiento que las preceda es como si actuásemos sin ningún sentido corriendo en cualquier dirección cual pollo sin cabeza.

A veces en el mundo empresarial se habla de la gestión por objetivos. Son dos maneras de decir lo mismo ya que, en mi opinión, el objetivo siempre es el mismo: conseguir los resultados.

Un resultado debe ser algo concreto y medible. Los resultados además se concretan en acciones necesarias para ser obtenidos. En definitiva, podemos tratar los resultados como proyectos. La suma de estos proyectos sería lo que denominamos un logro. Los logros a su vez deben estar alineados con nuestros principios y valores, es decir, con nuestras creencias.

Pongamos, por ejemplo, que un día me siento inspirado y me propongo obtener el siguiente resultado: ser un escritor de éxito. Lo más probable es que acabemos pagando caro ese día de inspiración y buen rollito a base de una terrible frustración.

¿Por qué?

El resultado que nos hemos propuesto obtener adolece de las premisas más básicas a la hora de definir lo que es un resultado:

  • El concepto “de éxito” no es algo que está en nuestras manos y poco podemos hacer para que se cumpla. Un resultado debe ser algo alcanzable por nuestros propios medios o, cuando menos, debemos tener un porcentaje personal importante en la posibilidad de su obtención.
  • Debemos convertir un simple enunciado en algo más concreto. ¿Qué es ser escritor? Convengamos por un momento que escritor es el que ha escrito al menos un libro de un determinado formato y extensión. Así pues, convertiremos nuestro resultado en la escritura de ese libro que nos otorga el estatus perseguido.
  • Ahora que hemos centrado la definición del resultado convendría comenzar con la planificación, es decir, confeccionar un plan (lo que implica un plazo y unos hitos a cumplir) y unas acciones a llevar a cabo dentro del plan. En nuestro ejemplo podría tratarse de:

a.Apuntarme a clases de escritura en un curso online.

b.Escribir un folio al día, cinco días a la semana.

c.Colaborar en la revista de mi empresa con un artículo bimensual.

d.Leer dos libros de la categoría del que pretendo escribir al mes.

Podríamos concretar a su vez mucho más estas acciones ya que apuntarme a un curso online implicará acciones de búsqueda de lo que se oferta en internet, cómo encaja en nuestros horarios y capacidades económicas, etc.

En este punto me fijaría también las acciones de revisión. Revisar acciones es en sí misma una acción (y quizás de las más importantes). Establécelas y llévalas a tu sistema de recordatorios.

Tras hacer todo lo anterior, sólo queda ponernos en marcha, ahora sí con un resultado claro (nuestro primer libro de x páginas) y las acciones que nos permitirán hacerlo realidad.

En nuestro plan hay acciones que podríamos llamar de soporte (la formación, las colaboraciones o las propias revisiones) y otras directas (escribir x palabras al día). Te aconsejo que las incorpores todas a la vez a tu sistema y siempre construyas tu plan teniendo como eje troncal las acciones directas.

La acción lo es todo. Todo lo demás estará ocupando un sitio en tu cabeza que te impedirá llevar a cabo esas acciones. Lánzate a la piscina desde ya mismo o te pasarás la vida preparándote para algo que nunca llegará.

Dos consejos para terminar:

  1. Modela a las personas que ya han conseguido un resultado similar al tuyo. No tienes que inventar la rueda, simplemente haz lo que otros han hecho si sus resultados te parecen satisfactorios. Busca la manera de determinar su enfoque a resultados y cómo lo concretaron.
  2. Nunca vas a fracasar. Simplemente puede que no obtengas el resultado que perseguías. Si es así, simplemente cambia tu planificación y empieza de nuevo. Recuerda que si siempre haces lo mismo, obtendrás siempre lo mismo.

Es nuestra responsabilidad personal sacar tiempo para pensar en resultados. Si no lo haces puede que sientas que tu vida transcurre como en un deriva, un eterno “día de la marmota” que, si no ponemos remedio, se repetirá inexorablemente una y otra vez.

Además, si no lo haces tú, ¿quién esperas que lo haga por ti?