Atrapado en mi zona de confort de GTD

Quiero compartir con ustedes el secreto que me ha llevado a alcanzar mis metas: mi fuerza reside únicamente en mi tenacidad

Louis Pasteur

Hoy toca entrada un tanto autobiográfica. Creo que GTD tiene sus zonas de confort o al menos yo las estoy padeciendo.  Cuando empiezas con GTD enseguida consigues logros importantes sobre  las “cosas” que consigues meter dentro del sistema. Convertir estas cosas en acciones, introducirlas en la bandeja de entrada única y seguir con los pasos de GTD, así como revisarlas diaria y semanalmente realmente supone un cambio importante en tu vida.

El siguiente paso, posiblemente, es aprender a gestionar proyectos e incluir las siguientes acciones de éstos en ese sistema que tan bien funciona. Si lo aplicas en el trabajo es más fácil dado que muchos de los proyectos ya te llegarán en este “formato”. Si logras automatizar estas dos etapas, tus resultados mejorarán mucho e incluso las personas que te rodean te preguntarán por ello.

El problema, para mí al menos, está en la perspectiva de GTD. Algo de esto escribí en su día en “Desafío vertical”. Pasar del control a la perspectiva, o mejor dicho, sumar perspectiva al control es el salto definitivo del GTD. En mi caso he llegado a definir mis “áreas de responsabilidad” e incluir proyectos nuevos en éstas que las dotasen de sentido. No obstante, creo que algo me falta. Bueno no lo creo, lo sé a ciencia cierta.

El modelo de seis niveles que propone David Allen está muy bien pero es complicado de interiorizar y poner en práctica. En mi caso, mi zona de confort se circunscribe a estos tres primeros niveles y tengo serios problemas para trabajar en los tres últimos.

En primer lugar, no creo que los tres últimos niveles sean los más apropiados tal y como están enunciados: David Allen habla de objetivos a 1-2 años, objetivos a 3-5 años y perspectiva vital. Es posible que se trate de un mero tema de nomenclatura pero, personalmente,  los llamaría  Metas, Valores y Visión.

Las metas siempre serán a medio  o largo plazo y requerirían de una revisión de tipo anual (cuando no semestral). Personalmente se me hace muy extraño la diferencia entre dos y cinco años aunque puede tener sentido para muchas personas. También es cierto que no creo que muchas personas se planteen formalmente todo esto, pero quizás estoy equivocado y agradecería que comentaseis vuestras experiencias.

Los valores y la visión son mucho más estáticos aunque también cambian. Yo diría que habría que revisarlos con la misma frecuencia que las metas y, siempre, tras sucesos importantes de nuestra vida (cambios de trabajo, de lugar de residencia, de relaciones, infortunios, etc.).

Estoy intentando trabajar en todo ello pero me resulta tremendamente costoso y difícil. Aparte, no existe mucha literatura al respecto y podemos fácilmente adentrarnos en el terreno de la magia y de “El secreto”. Quizás determinados ejercicios de autocoaching o coaching a secas pueden resultar apropiados.

No sé si tiene que ver con todo esto pero lo cierto es que últimamente procrastino más de lo normal. Creo que es síntoma de una clara resistencia a abordar estos “desafíos” que me planteo. Además, por deformación profesional, utilizo Internet como herramienta de procrastinación y con la crisis actual, además de procrastinar, estoy entrando en un ambiente tóxico que todavía me aleja más de estos análisis “trascendentales”.

En el fondo, creo que tras todo esto puede haber un simple miedo a no ser capaz de llevar adelante las conclusiones a las que llegue. Ya he hablado bastante de la procrastinación como síntoma y reconozco que me está afectando.

Como en su día mostré trato de organizar mis proyectos dentro de mis áreas de responsabilidad y asigno a éstos una meta y unos objetivos (principal y secundarios). Evidentemente, trato que las metas y objetivos conseguidos mediante los proyectos que ejecuto estén alineados con mi trayectoria profesional y vital. Es mucho más de lo que hacía antes pero siento que no es suficiente.

En definitiva, una entrada para evidenciar que, no sólo no soy maestro de nada sino que, además, y por muy claras que tengamos  ciertas cosas, eso no es obstáculo para caer en errores de principiante desde el punto de vista de la productividad personal. Pero bueno, como decía Rabindranath Tagore:

El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen