Cómo los límites pueden hacerte más grande

Tu tiempo es limitado. No lo malgastes viviendo la vida de otro

Steve Jobs

Existe un concepto en productividad personal que resulta, quizás, un tanto contraintuitivo: los límites son positivos.

No es poca la gente que se muestra reacia a adoptar un sistema de productividad personal porque lo ve como algo limitante, algo que lastra su ingenio y creatividad. Por cierto, la mayoría de este tipo de gente que pone en duda los sistemas de productividad personal por este motivo, no suelen poner en duda que verdaderamente ellos tengan una creatividad e ingenio “desbordantes”.

Bueno, dejando a un lado el cinismo…

¿Son malos los límites?

Mis experiencias personales en diferentes ámbitos me indican que los límites no sólo no son malos, sino que son completamente necesarios y beneficiosos.

Por ejemplo, en el mundo del guión cinematográfico existen unos límites: la estructura, los puntos de giro, el arco del personaje, etc. Todas las personas que he conocido asistiendo a talleres o grupos de trabajo que pretendían escribir un guión sin tener en cuenta nada de esto,  abandonaron a las primeras de cambio. Además, muchas de ellas se autoconsideraban verdaderos genios que venían a enseñarnos a los demás su obra magna (para ser la primera, el nivel de modestia andaba bastante elevando) y se fueron sin escribir la primera página, “al mundo” de ser incapaz de entender su genialidad.

Si no te ciñes a los límites, a las estructuras y a ciertas convenciones, tu creatividad se te escurre entre las manos, viviendo en una permanente nebulosa. Tener una idea no sirve para nada, las ideas son gratis. Lo importante es ponerla en marcha.

La falta de límites se convierte en la excusa perfecta para mantenerte en el mundo de las ideas, sin enfrentarte jamás a la tarea de poner en práctica dichas ideas.

Más vale una mala idea realizada que ciento volando…

Yendo al mundo empresarial,  las empresas que fijan como su misión: “satisfacer las necesidades de nuestro clientes y ser líderes del mercado”. Coño, esta visión, en primer lugar, no vale para nada porque, de lo genérica que es, se convierte en “puro éter” y, en segundo lugar, en la práctica se torna casi siempre mentira; al final, ni satisfacemos las necesidades de nuestro cliente del que nos olvidamos a la mínima oportunidad ni, por supuesto, el 99% de las empresas aspira a liderar el mercado limitándose a sobrevivir.

Seamos realistas, no poner límites es, desde mi punto de vista, vender humo; a los demás y a nosotros mismos. Es mucho más fácil enfocar tu atención cuando existen unos límites.

Los límites evitan la dispersión.

Los límites y las alternativas.

Imagínate que vas al cine. Como hoy en día casi todo son multicines, tendrás una oferta de, pongamos, diez películas que puedes ver. La cartelera son los límites.

Pues bien, tan importante es saber la película que eliges ver como las que, con ello, decides no ver.

Este es otro principio básico de productividad personal: no sabes si lo que decides hacer es lo mejor, si no sabes qué es lo que estás dejando de hacer.

Por lo tanto ser consciente de los límites y de las alternativas convierte tus decisiones en mejores decisiones.

Los límites y el tiempo

Limitar la duración de tus tareas también ayuda a aumentar tu concentración en las mismas. Es un hecho comprobado que trabajamos mucho más concentrados si sabemos cuándo acabaremos con esa tarea, aunque sólo sea por el momento, que si nos enfrentamos a la misma sin ninguna hora de fin en mente.

Por otro lado, dedicar a una tarea que nos produce resistencia un tiempo limitado, pongamos cinco minutos, hace que nuestra mente sea engañada y nos pongamos mucho más fácilmente a la misma: “sólo son cinco minutos”.

En definitiva, los límites temporales potencian nuestro enfoque y ayudan a vencer la procrastinación.

Los límites y la mejora.

Últimamente ando tratando de correr un poco. Independientemente de que lo que hago pueda denominarse correr (reptar sería más adecuado), si me propongo mejorar, conocer mis límites (el tiempo que hago por kilómetro) es lo que me permite mejorar.

Es común creer que los límites son malos porque delimitan nuestra zona  de confort. Pero lo malo no son los límites ni la propia zona de confort, lo malo es quedarnos dormidos dentro de la misma.

Para mí, mejorar “mis marcas”, día tras día, en todo lo que hago es, aparte de un objetivo, un elemento de motivación. Por lo tanto, conocer mis límites es un elemento básico para poder romperlos y ampliarlos.

En definitiva, los límites pueden ser usados en la práctica para evitar la dispersión, tomar mejores decisiones, potenciar nuestro enfoque, vencer la procrastinación y motivarnos hacia la autosuperación.

Creo que, para tener tan mala fama, no está nada mal ¿no?

Ten cuidado no te vaya a pasar como a Lilly Tomlin cuando dijo:

Yo siempre quise ser alguien. Tendría que haber sido más concreta

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