De la mano de los consultores artesanos: consultoría artesana

Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros juntos

Proverbio japonés

Este Viernes 5 de Julio tuve la oportunidad de asistir el primer foro de consultoría artesana (hashtag #fororedca1 en Twitter) que se celebró en la Universidad Comercial de Deusto (gracias al decano Guillermo Dorronsoro).

Se trataba de acercarme a Bilbao y de ver qué nos tenían que contar sobre el cambio una serie de consultores de contrastada experiencia profesional que, no obstante, han optado por un camino diferente. Además, era una buena oportunidad de desvirtualizar a tres amigos productivos con los que comparto intereses: José Miguel Bolivar, Antonio José Masiá y Alberto Barbero.

El evento resultó muy dinámico y supuso un soplo de aire fresco realmente necesario. Ya sabía que iba a recibir aire fresco pero realmente, hasta que no lo sientes en tu cara, no te lo acabas de creer.

El formato de ponencias de quince minutos quizá resta profundidad al tema tratado pero, por otro lado, proporciona dinamismo y la posibilidad de dejar planteadas preguntas más que dar respuestas, algo que creo que estaba en la mente de los ponentes (y asociado al propio concepto de cambio).

De todo el mundo me llevé cosas interesantes:

Julen Iturbe-Ormaetxe, nos introdujo en la red de consultores artesanos con naturalidad y cercanía. Posteriormente trató cinco ejemplos de cambio (o no-cambio) y dejó en el aire una de las preguntas, para mí, de la jornada:

¿Deberíamos cambiar cuando las cosas van bien? o ¿esperamos a que sea demasiado tarde?

María Jesús Salido nos habló del cambio de paradigma que atraviesan las organizaciones y las personas, de la importancia de estar conectados (reDlaciones) y nos regaló unos comentarios en el debate posterior más que interesantes sobre su experiencia personal, reconociendo que ella sigue en esto porque “de vez en cuando, sale un proyecto “de verdad”, con un cliente que apuesta por el cambio, que cree en él, dónde se ponen los medios y de dónde a veces surgen experiencias maravillosas”. Parece que actualmente tiene entre manos un proyecto de este tipo en Chile así que lleva el depósito a tope. Me quedo con:

“Necesitamos otras formas de mirar”

Amalio Rey nos habló de las resistencias que produce el cambio, de la mutua influencia que surge entre “cambiadores” y «cambiados», de escuchar sin soberbia (“la soberbia del innovador”), del valle de los miedos (antes de empezar a ir bien, las cosas, tras un cambio, irán peor), de atacar el cambio por la periferia, de la confrontación directa y de muchas cosas más. Me quedo con:

“Si un cambio no produce resistencias es que, posiblemente, no se esté cambiando nada”

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El público disfrutando del evento

Nacho Muñoz nos habló de resiliencia y de cómo tratar de identificar las situaciones adversas como retos y no como problemas o “marrones” que nos caen del cielo. De tener la mente abierta (interesante mención al concepto de serendipia o de cómo a veces encontramos oportunidades cuando estamos buscando otras cosas). Me quedo con:

“La resiliencia implica no sólo superar una adversidad sino también ser transformado en ese proceso”

Manel Muntada hizo una genial ponencia sobre la responsabilidad y el control. Habló de ejemplos (la escuela Summerhill, el Señor de las moscas, el modelo de ordenación del tráfico de Monderman) de cómo cuando no hay alguien que nos controle, nosotros mismos tomamos el control.  Quizá, otra de las reflexiones más interesantes de las jornadas, derivada de su exposición:

Las resistencias al cambio no están en el COMO siendo en el QUIEN”

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Manel ilustrando sus teorías

Asier Gallastegi nos habló de la confianza y de los contextos de control. Interesante mención a cómo las organizaciones están desempolvando las mismas herramientas que usaron hace diez años para crisis y problemas diferentes. Conclusión: no funcionarán. Me quedo, aparte de con sus diapositivas hechas a mano, con una de sus menciones al tema del miedo:

“El peligro es real. El miedo (y el control) son opcionales”

Juanjo Brizuela nos habló de la marca corporativa, de cómo ésta sólo existe cuándo alguien la ve, cuándo alguien puede interpretarla. Nos planteó que quizás debamos dejar de hablar de clientes para hablar de comunidades. De la importancia de la comunicación (I agree, sir). Me quedo con:

“Cultura corporativa es lo que hacemos cuando no está el jefe”

Jose Miguel Bolivar habló, como no, de productividad, de cómo la naturaleza del trabajo ha cambiado y de cómo lo que antes era evidente, ahora no lo es tanto. Por supuesto, la productividad personal nos ayudará en este nuevo escenario permitiéndonos conseguir los dos ejes del prototipo productivo: decidir bien y hacer bien. Me quedo con un concepto muy interesante:

“No es posible la productividad sin motivación”

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Antonio José triunfando en las plazas del norte

Antonio José Masiá todo un crack en lo personal y ejemplo viviente de valentía y de cómo es posible cambiar (a mejor), nos habló de la importancia de las personas en los procesos de cambio y de la necesidad de intentar que las organizaciones sean para las personas y no al revés. Nos dijo que son tres las necesidades humanas a cubrir: competencia, autonomía y relación. Me quedo con otra pregunta:

¿Qué ocurriría si las personas fueran el centro de las organizaciones?

Alberto Barbero cerró el ciclo de exposiciones abogando por los sistemas para las personas. Relató su experiencia en diferentes organizaciones proponiendo aumentar el alcance y calidad de señal de nuestra “wifi-emocional” para construir mejores organizaciones (y vidas). La clave, desafortunadamente, está en que nos solemos centrar mucho más en lo que hacemos que en lo que transmitimos y así nos va. Me quedo con una de sus recetas para el (recurrente) tema del miedo al cambio:

“El “optimismo realista” es el disolvente más potente del miedo”

Tras esto (y preceptivo café mediante) se inició un debate abierto de una hora donde se trataron temas y problemas sobre la propia profesión de los consultores, por cierto, con presencia de bastante gente relacionada con la Administración Pública. Me quedo con el comentario de que habría que cambiar la palabra consultor por la de catalizador, es decir, aquel elemento cuya presencia es necesaria para que se produzcan los cambios (pero no los provoca ni los lleva en un power point).

Tras un break para reponer fuerzas, y algún que otro cigarro (por mi parte), en la jornada de la tarde nos dividimos los que quedábamos (más de cuarenta) en grupos y analizamos la jornada y los temas tratados en ella.

Finalmente sobre las seis de la tarde se cerró con una puesta en común de todos los grupos en franco buen ambiente.

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La hora de las conclusiones

Poco más que decir, salvo que la opinión de todas las personas con las que hablé era la de que estuvieron encantados. Yo también lo estuve.

¿Algo que mejorar?

Siempre lo hay. Aparte de todo lo escrito, que me llevé apuntando en la tarjeta de color verde, también apunté cositas en la tarjeta de color rojo. Un par de ellas, sobre las que pudimos debatir en el grupo de trabajo:

Me quedó la sensación de que los temas tratados, aún siendo muy interesantes, eran un tanto “laxos”. Algunas dudas, por ejemplo: ¿son aplicables ciertos métodos de la consultoría tradicional a la hora de cambiar organizaciones? Tengo en mente, por ejemplo, la modelización mediante procesos, la aplicación de indicadores y la mejora continua. En mi opinión cosas como Kaizen, metodologías Ágiles, ITIL o las 5S son temas de la consultoría clásica muy aplicables y perfectamente compatibles con todo lo anterior. Estoy convencido que muchos problemas no son de partitura, sino de los músicos y público asistente a los conciertos.

Si bien, como se dijo, la consultoría artesana surge como alternativa a un modelo industrial y productivista, no creo que haya que tirar todo a la basura. Nadie lo dijo pero quizás pudo quedar una marca personal excesivamente alternativa en la mente de algunos.

Eché de menos precisamente alguna mención a eso, a la marca personal, al individuo como responsable del cambio. Si bien, Juanjo habló de marca y Antonio de organizaciones hechas por y para las personas, creo que la marca personal entendida como “lo que dicen mis compañeros de mi cuando no estoy en la habitación” puede ser una palanca increíble a potenciar. Un poco en la línea de Amalio de comenzar los cambios por la periferia antes de atacar centros de poder contra los que nos estrellamos.

Las empresas se beneficiarían de tener los mejores profesionales en sus filas, más allá de individuos clónicos que nacen y mueren en la misma organización repitiendo las mismas tareas que aprendieron la primera semana laboral. Los individuos se sentirían mucho más realizados dentro de organizaciones que los potencian no ya como trabajadores sino incluso como personas. Claro que hay muchos miedos: a que mis profesionales me abandonen o a fomentar la individualidad y la diferencia, algo políticamente incorrecto. Pero bueno, algo distinto habrá que hacer si queremos obtener resultados diferentes ¿no?

En fin, que no me enrollo más. En espera de repetir contacto, en éste u otros foros con los asistentes y ponentes, quiero cerrar con una reflexión importante de Eugenio Moliní con la que también se cerraron las ponencias:

“Las personas participan y se comprometen si quieren. Por lo tanto, trabajemos para que puedan elegir si quieren o no quieren”