Dos maneras de autoengañarnos productivamente

Concéntrate en ser productivo, no en estar ocupado

Tim Ferris

Existen dos formas sutiles de parecer productivo sin serlo. Incluso es posible que asciendas laboralmente empleándolas pero ten cuidado ya que, todo lo que sube, baja y…más dura será la caída.

La primera de ellas es ser unos cracks en las cosas sencillas y triviales. Hay un montón de gente ocupada y preocupada a jornada completa en escribir y recibir emails, asistir y organizar reuniones, redactar informes y actas, etc. Alguna de esta gente es posible incluso que use herramientas relacionadas con la productividad: priorizaciones, listas to-do, checklist, etc., pero si les preguntas para qué hacen todo eso, en definitiva para qué (o para quién) trabajan…ni están ni se les espera.

¿Qué es lo que falla entonces?

Lo que falla es que estas personas ocultan bajo una fachada de productividad y eficiencia una gestión de su atención penosa (o inexistente). Me explico. Estas personas son incapaces de decidir por sí mismas qué es lo que más les aporta, cuáles son los proyectos que les harán avanzar en sus respectivas áreas de responsabilidad y/o carecen de visión a medio/largo plazo. Son en cierto modo conseguidores, artistas del menudeo, una especie de estraperlistas laborales.

Y ojo, a veces lo hacen de manera absolutamente inconsciente (si me ha ido bien hasta ahora, ¿por qué habría de cambiar?) y, además, vienen muy bien a algunos superiores ya que les evitan muchísimo trabajo sucio.

Vale, pero… ¿cuál es el problema?

El problema es que estas personas son un lastre para el equipo (en el fondo son insolidarios porque sólo piensan en sí mismos) y para la organización. Pero, claro, todo es empeorable. Y esto sucede cuando estas personas son ascendidas, por sus “méritos”, a un puesto donde se requiere otro tipo de actitud. Entonces es cuando se cumple a rajatabla el principio de Peter que reza: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia o cómo la nata sube hasta cortarse.”.

En su nuevo puesto suelen desarrollar dos tipos de actitudes:

a) Se siguen dedicando al menudeo, descuidando a la gente a su cargo (ni rastro de liderazgo, empatía o empoderamiento) y aprovechándose de una realidad muy presente en la empresa española que es: “jodido es ascender, pero descender no desciende ni el tato”. El problema principal es que se sienten cómodos en su sistema y no estarán dispuestos, por definición, a renunciar a él ya que se vería que “el rey está desnudo”.

b) Intentan cambiar. Y lo normal es que fracasen. Pero aquí hay dos variantes: los que fracasan y se blindan para que nadie sepa lo que ocurre (convirtiéndose en un caso a) requemado y a veces tiránico) y los que aprenden de sus fracasos y reconducen su productividad hacia una gestión de su atención y no de sus (de algunas de sus) tareas.

La segunda de ellas es una variante aún más nociva: ser unos cracks resolviendo los problemas (añadiría, que nosotros mismos creamos). Esta es una figura que ya suele ser un “gran jefe” lo cual resulta especialmente pernicioso. A estos individuos no les interesa la productividad un carajo pero están envueltos en un aura de productividad porque “te lo resuelven todo”, son una especie de McGyver.

De nuevo hay dos variantes:

a) El solucionador patológico. Es aquel que está tan ocupado en solucionar que jamás se plantea el origen o la causa por la que ocurre aquello que soluciona. De nuevo, su atención está tan enfocada en los síntomas que ni siquiera hacen un amago de diagnosticar. Son personas plenamente reactivas cuyo nivel de actividad hace pensar en que son productivas pero, ojo, lo productivo sería solucionar menos y sacar tiempo para que los problemas no vuelvan a darse. Ya sabéis, tiempo para pensar. Pero claro, si no hay problema tampoco es necesario nadie que lo solucione…

b) El solucionador consciente. Es una variante más dañina. Es aquel que te soluciona un problema y te crea otro mayor que sólo él puede solucionar. Su misión en la vida es hacerse imprescindible y para ello no compartirá información, manejará todos los equipos de forma opaca y llevará una política servil con los que mandan y tiránica con sus subordinados. Este sí que es potencialmente productivo ya que sabe realmente dónde están las causas y las soluciones a las mismas pero, digamos, se ha ido al lado oscuro ya que su supervivencia depende de ese conocimiento (que defenderá con uñas y dientes).

En definitiva, mucho ojo cuando te digan que alguien es muy productivo porque puede que bajo ese calificativo se oculte una forma de improductividad (consciente o inconsciente) con la que tendrás que lidiar de alguna manera. Y, sobre todo, no olvides que nadie está libre de pecado y todos, en ocasiones, corremos el riesgo de desviarnos del camino y asumir alguno de estos roles.

Pero, claro, tú sí que usarás tu tiempo para pensar, en eso precisamente, en pensar, y rectificarás, ¿verdad?

Imagen | Theather masks