¿Es suficiente GTD para eliminar el estrés ?

“El estrés y la poca efectividad suelen achacarse a las sorpresas con cierta ligereza, cuando lo cierto es que si sabe lo que está haciendo y lo que no, las sorpresas no serán más que otra oportunidad para ser creativo y destacar.”
David Allen
En su primer libro, Organízate con eficacia, David Allen, habla mucho del estrés y presenta GTD como una solución al mismo.
No obstante, si profundizamos un poco más en el estrés y sus causas creo que podemos determinar que, si bien GTD es altamente beneficioso y recomendable, no es definitivo para eliminar el estrés.
Lo primero que quizás habría que decir es que el estrés es como el colesterol: hay un estrés bueno y un estrés malo.
Por estrés bueno entendemos el grado de preocupación que nos permite reaccionar de forma rápida y efectiva ante algo. La naturaleza y nuestro “cerebro reptiliano” tienen grabado a fuego cómo debemos reaccionar ante una amenaza (real o imaginaria) y predisponen nuestro cuerpo a la tensión necesaria para afrontarla.
Por lo tanto, estrés y rendimiento no son antagónicos. De hecho, si decidiésemos dibujar una curva sería algo así:
Fuente: Gestión práctica de riesgos laborales
En un primer momento, nuestro rendimiento aumenta según aumenta nuestro estrés o preocupación (fijaos que el “hipoestrés” tampoco es beneficioso ya que estamos rindiendo por debajo de nuestras posibilidades y eso tampoco lo quiere nadie). No obstante, existe un clic dónde nuestro rendimiento comienza a disminuir (hiperestrés). Este estrés “mayor al que podemos soportar” es lo que denominamos estrés tóxico.
No profundizo más porque creo que se entiende. Un estrés positivo (hasta lo que en la figura se denomina “estrés óptimo”) nos da energía para:
- Resolver nuevos problemas.
- Cumplir con los plazos a los que nos hemos comprometido.
- Estudiar para el día del examen.
- Atrevernos con presentaciones arriesgadas.
- Afrontar procesos de aprendizaje de nuevas competencias.
- Empezar en una nueva empresa…etc.
No obstante, es evidente que David Allen en su libro no se refiere a este tipo de estrés sino al estrés tóxico, ese que merma nuestra productividad, que puede afectar a nuestra salud, que puede cambiar nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás y que vampiriza nuestras energías al finalizar nuestra jornada (o antes incluso de comenzarla).
¿Cuáles son las causas del estrés tóxico?
El principal motivo puede ser algo que genéricamente denominamos “el cambio”. En el ambiente laboral esto puede concretarse en variaciones en: la cantidad de trabajo (menos personal, más curro), nuestro puesto (nuevas responsabilidades) o las condiciones laborales (EREs y despidos, algo desgraciadamente muy habitual últimamente).
Adicionalmente, el estrés tóxico puede provenir de lo que denominamos “la cultura laboral” de nuestra empresa: adicción al trabajo (lo que yo llamo “calentar la silla”, es decir, premiar al que más tiempo está sentado o más tarde llega a casa), superiores difíciles (esos que recurren frecuentemente a la “manu militari” para motivar a sus equipos, por ejemplo), sobrecarga de trabajo (al que más hace más se le da, total, siempre responde…), etc.
Como consecuencia de todo lo anterior, nosotros como individuos podemos desarrollar no sólo estrés sino otro síntomas como: pérdida de autoestima e incapacidad ante nuestro trabajo, terror a fracasar, pérdida de confianza en uno mismo y en los demás (sensación de total falta de compañerismo) y, en general, una sensación de ser un zombie que asiste a un trabajo que le tiene atrapado pero al que no le ve ningún sentido.
Mi conclusión, por todo lo anterior es clara: GTD (u otro sistema de productividad) no es suficiente para acabar con el estrés tóxico. GTD viene de maravilla para modificar esa curva de rendimiento vs estrés ampliando esa zona de “estrés óptimo” ya que nos permite hacer más con menos.
Sin embargo GTD no va a resolver problemas relacionados con los EREs, la falta de compañerismo, un jefe tirano (o pasota que ambos son igual de tóxicos) o problemas psicológicos que incluso deberían ser tratados por un especialista.
GTD tampoco te va a proporcionar el impulso necesario para pasar a la acción y tomar las riendas de tu vida laboral (y/o personal). Para todo eso vas a tener que trabajar otras facetas de tu personalidad, algunas de las cuales se enumeraban en el artículo sobre “liderar sin cargo”. Creo firmemente que el autoliderazgo es tan importante o más que la productividad y por eso intento tratar temas relacionados en esta página. De hecho, creo que la productividad personal es un rasgo más del líder tal y como lo concibo.