Gestiona tu atención

Domina tu atención o ella te dominará a ti

Adaptado de Horacio

Allá por los años veinte del siglo pasado, en un café de Viena, la aspirante a doctora en psicología Bluma Zeigartnik observó un curioso fenómeno: los camareros eran capaces de mantener todos los pedidos en su cabeza sin aparente esfuerzo pero únicamente hasta que los clientes pagaban. Una vez servido  el pedido, si les preguntabas por el mismo, eran incapaces de recordar lo que acababan de dejar en la mesa del cliente.

Este hecho, sin aparente importancia, desembocó en una publicación en 1927 sobre “el efecto Zeigarnik” que, enunciado de una manera muy simple, podría resumirse en que “las tareas inacabadas capturan nuestra atención”. El experimento añadió un corolario interesante: si una de estas tareas era interrumpida, a posteriori, se recordaba mucho mejor que el resto.

Esta teoría ha venido explotándose beneficiosamente, por ejemplo, en las series de televisión mediante los llamados cliffhanger que no son sino interrupciones de una línea dramática ascendente para capturar la atención del espectador. Todos los hemos sufrido cuando las letras de crédito interrumpen el último capítulo de nuestra serie favorita “en lo mejor” o nos quedamos “colgados” (de ahí el término cliff/acantilado – hanger/colgador) cuando aparece en pantalla el odiado “to be continued” o” continuará”.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, las consecuencias del efecto Zeigarnik se han vuelto un problema. En esta sociedad de la infoxicación, diariamente, decenas de cosas capturan nuestra atención y permanecen ahí, inacabadas. Internet, el email, los dispositivos móviles (teléfonos y tabletas) y un creciente etcétera se han convertido en nuestros enemigos. Es por eso que nos sentimos mal, desbordados, estresados, con nuestra atención hecha añicos.

No todo son malas noticias. Para ayudarnos a combatir este problema ha surgido la productividad personal. La productividad personal (a mí me gusta más llamarla “gestión de la atención”) aboga por la construcción de una serie de hábitos que permitan “liberar tu mente” y centrarle en lo verdaderamente importante, es decir, enfocarte.

Si ser eficaz es “hacer las cosas” y ser eficiente es “hacer bien las cosas”,  ser productivo sería “hacer bien las cosas correctas”.

La productividad personal no es gestión del tiempo. El tiempo no se gestiona. Es un recurso finito que nadie puede manipular. Simplemente es “el que es”. Lo que sí podemos gestionar es nuestra atención, en qué nos enfocamos, qué tareas realizamos en ese tiempo finito que tan democráticamente es repartido entre todos nosotros.

Existen diferentes enfoques. Desde sistemas cerrados como GTD de David Allen (que vio la luz con su libro “Organízate con eficacia”) hasta recomendaciones exprés como las realizadas por Tim Ferris en su bestseller “La semana laboral de 4 horas”. No hay receta mágica. Infórmate, experimenta, implementa hábitos productivos contrastados y observa los resultados.

Dice John Whitmore, uno de los padres del coaching, que la clave de todo crecimiento o aprendizaje pasa por la conciencia o conocimiento y por la responsabilidad (personal). La productividad personal te ayudará a crecer, obteniendo primero el control de tu día a día y, segundo, dotando de perspectiva  a tu vida.

Te animo a que te conviertas en el cambio que deseas, gestionando de manera óptima tu atención.