Modela tu cerebro creando hábitos durante toda tu vida


Cultiva solo aquellos hábitos que quisieras que dominaran tu vida

Elbert Hubbard

 

Hoy toca compartir dos conceptos científicos importantes que afectan directamente a nuestra capacidad de aprendizaje y a la adquisición de nuevos hábitos.

Primero quería hablaros sobre la neurogénesis. Como sabéis las células del cerebro se denominan neuronas. Una pequeñísima porción de tejido nervioso cerebral del tamaño de un grano de arena contiene cerca de 100.000 neuronas. El cerebro entero contiene unos 100.000 millones de neuronas. Pues bien, hasta hace prácticamente dos telediarios (mediados-finales del siglo XX) se nos venía diciendo que las neuronas que mueren no tienen sustitutas de ningún tipo.

La buena noticia es que esto es falso. Un equipo de científicos del Instituto Médico Karolinska (Suecia) diseñó una técnica basada en la medición de carbono 14 para determinar cuántas células se generan al día en el cerebro humano.

Para llevar a cabo su estudio, que se publicó en la revista Cell, los investigadores desarrollaron  un curioso método. Durante los años 50, en plena Guerra Fría, las pruebas nucleares produjeron un incremento de carbono 14 en la atmósfera. A través de la fotosíntesis, este carbono se incorporó a los vegetales y de ahí se extendió por toda la cadena trófica. Años después, las pruebas nucleares cesaron y los niveles de carbono 14 volvieron a ser más bajos.  Cuando las células duplican sus cromosomas, este carbono 14 queda integrado en el genoma, y por tanto constituye un marcador único que indica la edad de dichas células.

Los investigadores analizaron por espectrometría de masas el carbono 14 de células del hipocampo adulto y llegaron a la conclusión de que cada día se producen unas 1.400 neuronas nuevas en nuestro cerebro (alrededor del 1,75% de las neuronas del hipocampo).

Neurogénesis

Lo más importante de todo es que se vio que la tasa de neurogénesis adulta declina durante la vida del individuo mucho más despacio que, por ejemplo,  en los roedores. Así, mientras que en los ratones de laboratorio la tasa de neurogénesis decae a la décima parte del nivel de la neurogénesis inicial a los 9 meses de vida del roedor (viven una media de dos años), en el ser humano esta tasa sólo decae al 25 % en toda la vida (se examinaron cerebros de sujetos de hasta 92 años).

La primera gran noticia es que, independientemente del declive natural que conlleva la vejez, el aprendizaje se puede producir a cualquier edad ya que somos capaces de generar nuevas neuronas durante toda la vida.  

Por otro lado tenemos la plasticidad neuronal o neuroplasticidad que es la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas conexiones nerviosas, a lo largo de toda la vida, en respuesta a la información nueva y a la estimulación sensorial. La neuroplasticidad es conocida como la “renovación del cableado cerebral”.

En marzo del año 2000, investigadores de la Universidad de Londres, encontraron que los taxistas de esa ciudad tenían una parte del cerebro, el Hipocampo -región importante para la memoria espacial-, particularmente desarrollada, mucho más que el resto de las personas. Los taxistas desarrollaban más esa zona porque la ejercitaban más, memorizando cada día calles y rutas. En estos hombres y mujeres, su capacidad para memorizar calles y rutas no menguaba, sino que aumentaba con los años. El cerebro cambia de forma, según las áreas que más utilizamos, según nuestra actividad mental.

En 2002, científicos alemanes hicieron los mismos hallazgos en la circunvolución de Heschl de los músicos, área de la corteza cerebral importante para procesar la música. Un video interesante (y cortito) al respecto es éste:

Música y plasticidad neuronal

La segunda gran noticia es, por tanto, que disponemos de indicios científicos de que podemos mejorar. Y esto es una gran noticia. Se abre ante nosotros un nuevo paradigma educativo que afirma que el entrenamiento mental puede modificar el cerebro, que éste no es fijo ni inmutable, sino moldeable.

Somos la única especie que utiliza la plasticidad para perfeccionar y evolucionar el cerebro por lo que eso es lo que nos hace diferentes y singulares. Pero, además, cada individuo de nuestra especie es único e imprevisible y participa de su propia evolución debido a la influencia de las experiencias vividas.

Nuestro perfil emocional, que se forma mediante una serie de circuitos neuronales durante los primeros años de vida, puede modificarse como consecuencia de experiencias casuales o a través del esfuerzo consciente. Y nuestros propios pensamientos son capaces de generar la neuroplasticidad y condicionar nuestro comportamiento y aprendizaje.

Las conexiones del cerebro pueden cambiarse para siempre al practicar hábitos que ayuden a instalar nuevos circuitos, haciendo que los patrones neurológicos  funcionen de otro modo.

Por cierto, y al hilo de los hábitos, una “mala” noticia para terminar. Un estudio británico llevado a cabo en el University College de Londres publicado en la revista European Journal of Social Psychology ha demostrado que hacen falta 66 días para que se cree un hábito y pueda mantenerse durante años. Según  Jane Wardle, coautora del estudio,  si durante ese número de días repites algo cada día en la misma situación, se convierte en una reacción automática ante dicha situación.

A partir de ese momento el hábito adquiere cierto automatismo y no hace falta voluntad, ni tan siquiera pensar en ello intencionadamente, para poder repetir dicho comportamiento. Por término medio, los hábitos relacionados con el ejercicio físico tardaban más en adquirirse de manera firma que, por ejemplo, incorporar la costumbre de comer una pieza de fruta cada día.

Por lo tanto, la mágica cifra de 21 días o 3 semanas que manejábamos para la adquisición de un hábito parece que pecaba de optimista (aunque según el estudio, depende del hábito y de la persona la cifra de 66 días).

En definitiva, quería hoy hacer un alto en el camino para compartir cómo la ciencia va dando (y a veces quitando) la razón a ciertas ramas de la “autoayuda” entre las que podría incluirse la productividad personal.