Productividad y estrés laboral en Europa

“España es el único lugar del mundo donde 2 y 2 no suman 4″
Arthur Wellesley, duque de Wellington
Vale, ya sé que el término “productividad” puede ser usado, y se usa, con varias acepciones. Partiendo de esa base, quiero comentar una imagen que analiza la “productividad” como el ratio de euros ganados por hora trabajada. A pesar de ser una visión bastante mecanicista es muy buena para hacer gráficas y comparativas entre los diferentes países que componen esta Europa nuestra.
Aquí la imagen basada en los datos del Eurostat (y la OCDE y el Eurofound, por lo que pone):
(clic sobre la imagen para ver ampliada en una nueva ventana)
En primer lugar me gustaría hacer un par observaciones (siempre, según mi humilde opinión) sobre los datos mostrados:
- Es vox populi que en España, desde siempre y más desde la última reforma laboral, se están metiendo muchas horas extras no retribuidas. Demasiada gente queriendo trabajar, como para ponerte exquisito y negarte. Eso hace que esas 1.689 horas anuales trabajadas que figuran en el gráfico sean un dato bastante optimista (léase “cocinado”).
- Nuestros fabulosos horarios partidos, con dos horas para comer, así como la poca implantación del teletrabajo y la acumulación del empleo en las urbes hacen que las horas invertidas en desplazamiento y en comidas tampoco estén computadas ahí pero, esas horas sí que “computan” en el estrés que sufre el trabajador y en la calidad de la conciliación familiar.
¿Y qué podemos hacer?
Pues poco podemos hacer cuando ciertos hábitos patrios parecen inalterables. Soy un “especialista” en cambiar hábitos personales, lo de los hábitos de todo un colectivo creo que de momento se lo voy a dejar a los sociólogos.
Por un lado, el empresario fomenta el “calentamiento de silla” fijando unos horarios no demasiado lógicos y persiguiendo el presencialismo (iba a escribir “presentismo” pero veo que ni la una ni la otra son aceptadas por la RAE) mediante herramientas informáticas, tarjetas de fichar, etc. En lugar de considerar al trabajador por los resultados que obtiene, éste es juzgado por su tiempo de presencia, pasando a un segundo lugar lo que realmente hace (y si tiene o no sentido hacerlo).
Por otro, el empleado se despreocupa de sus resultados y lidia con el presencialismo con la picaresca habitual (se deja ver cuando el jefe está, pero cuando el gato no está, los ratones bailan) llegando a aplicar con demasiada frecuencia la “ley del mínimo esfuerzo”. No se busca optimizar el tiempo porque, total, haga lo que haga se me exige seguir en mi sitio hasta las ocho de la tarde…
Jornadas infinitas que impiden tener una vida familiar o social, llegándose muchas veces a mezclarse ambas por no haber alternativas. Salgo a las ocho, me tomo unas cervecitas, ceno a las diez o a las once, veo un poco la tele y, claro, me acuesto a la una de la mañana con lo que gracias a dios que no entro a currar hasta las diez de la mañana porque si tuviese que madrugar…
Todos contentos.
Es muy curioso (¿en serio?) que los países menos competitivos y de menor productividad, de acuerdo a las definiciones antedichas, son los que más horas trabajan (y los peor pagados). No creo en las casualidades sino en las causalidades.
Sin duda hay mucho que cambiar pero, lo principal, creo que es la mentalidad. Muchas veces pienso que he sido permanentemente engañado en muchas cosas, con mi absoluta complicidad: “los pisos nunca bajan”, “como en España no se vive en ningún sitio”, etc.
Pues no, señores, los pisos bajan como cualquier activo inmerso en una burbuja y no solo se vive como en España en otros sitios, sino que habrá bastantes en los que se viva mucho mejor. Mentalidad paleta o ignorancia a secas. Y lo malo es que empieza y termina en las personas; que luego éstas sean obreros o empresarios es algo más bien coyuntural porque las carencias que tenemos como personas, evidentemente las mantenemos como profesionales.
Modestamente, creo que la productividad personal puede ayudar a crear personas más responsables, más dueñas de sí mismas, lo que inevitablemente conllevará una mejor gestión, unos mejores resultados, un menor estrés y ¿un país mejor? (No me atrevo a afirmar que un mejor sueldo o carrera profesional).
Individuos responsables (personalmente productivos) que puedan acceder al teletrabajo son también los que el empresario necesita para poder confiar en un nuevo sistema. Empezar a ver las personas como algo más que recursos (no somos recursos humanos, somos humanos con recursos, ¡coño!). Es responsabilidad de todos.
Pero bueno, como dijo James Joyce:
Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de tema
Imagen | Debate