¿Qué ha pasado con mi dieta hipoinformativa? Os lo cuento…

Es obvio lo que la información consume: nuestra atención

Herbert Simon

Bueno, durante casi dos semanas, he estado haciendo un esfuerzo considerable en aplicarme la dieta hipoinformativa (ver “Practica la dieta baja en infoxicación”)

Recordemos que, en esencia, consistía en:

1.     Nada de periódicos, revistas, audiolibros o radio (si no es música).

2.     Nada de noticias, especialmente las webs especializadas.

3.     Nada de televisión (máxime una hora por placer antes de dormir).

4.     Nada de navegar por Internet en el trabajo, salvo que sea necesario para la tarea que estás haciendo en ese momento (o para las tareas clave del día).

5.     Nada de leer libros, salvo una hora de ficción antes de ir a la cama.

y yo le añadí mis ingredientes:

6.     Nada de foros. Los foros son un lugar muy interesante para recabar información pero encontrar algo (o alguien) bueno es como buscar una aguja en un pajar y requiere una cantidad de tiempo increíble.

7.     Nada de blogs.

8.     Nada de redes sociales. Especialmente Facebook y Twitter.

9.     Nada de juegos. Ni Candy Crush, ni Angry Birds, ni leches.

Resultado: He conseguido avances importantes, sobre todo en horario laboral.

De hecho, en horario laboral, he conseguido contener totalmente los puntos 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8 (los puntos 3 y 9 se da por descontado que no aplican en este entorno).

En mi tiempo de ocio, no he tenido problemas con los puntos 1, 2, 3, 5 y 9 y he pecado ocasionalmente en 6, 7, y 8 (el punto 4 no aplica).

Conclusiones.

Nada que no supiese pero, a veces, saber no es sinónimo de hacer. Cuatro conclusiones:

  • La principal conclusión que saco es que es mucho más fácil evitar las distracciones si tienes tareas más importantes de las que ocuparte (más importantes para ti, de las que tú has decidido que aportan valor a tu trabajo o a tu vida). Esto se llama motivación. Si no tienes claro qué hacer, cualquier cosa puede ocupar su lugar.
  • Una de las tareas que he incrementado con los huecos dejados por la dieta hipoinformativa ha sido pensar.  No me refiero a sentarme y pensar sobre la reproducción del somorgujo. Simplemente, antes de empezar cada tarea he pensado en por qué esa tarea era importante. He conseguido mejorar mi enfoque.
  • También ha mejorado mi tolerancia a las tareas rutinarias (mails, llamadas, reuniones, etc.). He eliminado o reducido la duración de algunas (sobre todo reuniones) y el enfoque me ha permitido saber que, aunque no importantes, algunas era necesario sacarlas adelante. A esto lo podríamos llamar consciencia (o aceptación). Ningún proyecto, trabajo o persona es apasionante siempre.
  • He pecado de manera controlada. Vale, he pecado, pero esto no lo considero una derrota. Cuando he leído un artículo de un blog o he retwiteado contenido en la redes sociales o he visitado un foro era consciente de mi incumplimiento, de mi falta de enfoque y sólo lo he hecho cuando “no tenía algo mejor que hacer” (entrecomillo y uso cursiva porque “seguro” que tenía algo mejor que hacer). Eso ha derivado en que mis pecados han sido más cortos. Pecados al fin y al cabo, pero más veniales que mortales.

Reconozco que, por momentos, ha sido divertido. Sucedió que hubo una explosión cerca de mi trabajo, se cortó la circulación por cuatro horas y los periódicos online estaban publicando la noticia en tiempo real.

– ¿Te has enterado de lo de la explosión? –me preguntaba la gente.

– No, ¿qué ha pasado? –yo, con cara de pasmao.

Y la gente me ponía al día.

Creo que le voy a dar la razón a Tim Ferriss en lo de que los otros te mantienen informado sin necesidad de perder tú el tiempo en informarte. Y, sí,  las conversaciones son más interesantes (al menos para mí, que siempre estaba “fuera de juego”).

Vale, creo que algunas cosas de las que dice Ferriss son totalmente arbitrarias. ¿Por qué leer novelas o escuchar música una hora? ¿Por qué no dos? ¿Y una hora de tele? Quizás sea más relajante un juego ¿no? o te resulte más gratificante un curso sobre cómo preparar el pan de hamburguesa.

El ocio es necesario. De hecho, los periodos de descanso (añádele “activo” si quieres) son imprescindible para poder “fluir” pero creo que no está mal que reflexionemos sobre qué estamos haciendo con nuestro tiempo de ocio. Creo que debemos empezar a pensar en el “ocio de calidad”. La dieta hipoinformativa elimina la grasa de nuestro ocio y nos permite quedarnos con el magro (algo de esto comenté en “Disfruta del ocio sin culpa”).

Por cierto y para terminar, hay un tema al que le vengo dando vuelta desde hace un tiempo: mis hábitos de lectura. Leo bastante pero  no estoy contento. Me resulta curioso que mucha gente productiva recomienda leer varios libros a la vez. Yo lo hago pero no lo recomiendo. De hecho, quiero cambiarlo.

Creo que si un libro de ensayo lo lees, sin más, a los “dos meses” ya no te acuerdas de nada. Si lo haces con cinco a la vez ni te cuento el “pedo” mental que llevas encima. Creo que esto del conocimiento “just-in-time” (aprender cuando lo necesitas) tiene su aquel.

Sin ser un talibán hipoinformativo, y reconociendo que me gusta “saber por saber”, lo que estoy haciendo últimamente es centrarme en un tema que me interesa y juntar formación y libros sobre ese tema en un corto periodo de tiempo. De ese modo, aunque lea varios libros a la vez (e-book y papel) o haga un curso, esta “inmersión” me lleva a dominar un tema con una cierta profundidad y hace que sea mucho más difícil olvidarse del conocimiento adquirido al ser éste más profundo.

No sé, no sé, dejadme seguir experimentando. Por supuesto, os lo contaré.